Desde que era chiquita y lo ví al pibe pararse sobre el escritorio y saludar con un "Oh Captain my Captain" al profesor que le cambió la vida, aprendí a regocijarme en cada una de esas manifestaciones. Amé a Winston escribiendo en su diario prohibido, tomando café y enamorándose. Amé a Offred descubriendo en el interior del armarito el "nolite bastardes te carborundorum". Amé a Machuca saludando al cura en su inglés chapuceado.
Me inspira el empleado público que te atiende rápido y eficiente. El colectivero que le abre la puerta a alguien en la esquina después de la parada. El pibe que le cede el asiento a una señora. La piba que sonríe en el bondi que va a hasta la manija. El operario que te cuenta con orgullo sobre su trabajo. La fachada de la fábrica que se sostiene estoica con el orgullo de la gloria pasada en medio de un barrio devenido en villa.
En este tiempo y lugar, la dignidad es resistencia. La alegría es resistencia. Querer es resistencia. Amar es resistencia. Laburar es resistencia. La llama no se apaga, por mas que la sofoquen con ideas húmedas de miedo y cobardía. Ningún pibe nace chorro, ningún hombre nace indigno.
Estoy leyendo de nuevo, como leía antes. Ese es mi acto de resistencia, creo. Amar las hojas y el olor de la tinta. Amar a los personajes que me envuelven desde las letras. Aprender aprehender visitar descubrir conocer reirme llorar. Sentir que pierdo un amigo al cerrar la última página.
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