ayer tomamos la ruta que pasa por mi vieja casa acá en Bariloche. hasta el movimiento del auto todavia se sentía familiar, como cuando uno se baja del barco y sigue sintiendo la ondulación del mar. cuando faltaba un kilómetro, se me escapó el aire de la anticipación. y la ví. y pasamos de largo.
se me llenan de lágrimas los ojos escribiendo esto. 10 años no son nada.
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